La historia de los 100 monos

Cuando estuve trabajando en la juniorempresa Gran Canaria Campus tuve la suerte de conocer a buenos amigos que me enseñaron muchas lecciones de la vida, siendo una de ellas «la historia de los 100 monos».

No tiene mucho que ver con la Anécdota Oficial, pero la metáfora de esta historia me gusta más.

Un grupo de científicos hacen un experimento con un grupo de 100 monos. Estos 100 monos estaban dentro de un recinto que tenía unas escaleras y, al final de éstas, un puñado de plátanos.

Como era de esperar, todos los monos fueron a subir las escaleras a por los plátanos, pero entonces los científicos les pegaron manguerazos de agua fría a todos los monos, impidiendo que llegasen a los plátanos. Incluso en el caso de que solo un mono fuese a por los plátanos, todos los monos recibían el castigo del manguerazo.

Finalmente todos los monos aprendieron a que no tenían que subir las escaleras a coger los plátanos, porque si no recibían el castigo.

Entonces, los científicos fueron un paso más allá. De los 100 monos que habían, quitaron a uno y metieron a otro totalmente nuevo e inocente.

Como era de esperar, este nuevo mono vio los plátanos de arriba de la escalera y fue a subir todo contento a por ellos. Cuando el resto de monos se dieron cuenta de lo que iba a hacer, como no querían recibir el castigo, le hicieron retroceder pegándole una paliza para que no lo vuelva a hacer. Tras recibir una paliza cada vez que intentaba ir a por los plátanos este nuevo mono aprendió a que no tenía que subir la escalera.

Entonces los científicos, otra vez, quitaron un mono viejo y metieron a uno nuevo.

Este nuevo mono recibía una paliza cada vez que intentaba ir a por los plátanos. Incluso el mono nuevo anterior se unió al resto de monos para dar la paliza.

Los científicos repitieron el proceso de intercambio, quitando uno viejo y poniendo uno nuevo. Se fijaron que los monos que recibieron una paliza también la daban luego al recién llegado, a pesar de que estos no sabían realmente porqué pegaban.

Finalmente, los científicos cambiaron a todos los monos viejos por monos nuevos, incluso a los nuevos por otros nuevos, de tal modo que todos los monos nuevos se pegaban entre ellos cada vez que querían coger los plátanos, es decir, se castigaban entre ellos sin saber porqué, ya que ninguno había recibido nunca un manguerazo.

Llevando la metáfora a un ambiente profesional.

Por lo general, los empleados más antiguos serán quienes enseñen a los nuevos cómo hacer las tareas.

El empleado antiguo no solo debería enseñar la tarea, si no también el porqué. Y el empleado nuevo no solo debería aprender la tarea, si no también el porqué.

Además, no solo hay que aprender las cosas buenas, también las malas. Hay que saber producir errores para saber subsanarlos.

El viejo ha aprendido a base palos, pero el nuevo debe valorar cuánto duelen esos palos.

También, de ahí, la importancia de documentar bien los procesos que se llevan a cabo en los proyectos.

Y sobre todo, personalmente, hay que cuestionarse las cosas que nos rodean.